Fede Molinari y su reinvención en la pandemia

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Una historia de vida digna de conocerse.

Federico Molinari arrancó el 2019 como quería, en lo que vivía momentos finales de su carrera como el había planeado, con la medalla de bronce en los Panamericanos de Lima comenzó por cerrar el círculo y por eso, en medio de los festejos, se atrevió a pedirle matrimonio a su esposa Paula.

A principios de marzo, el atleta de 36 años disputaba dos Copas del Mundo, en las que buscaba su última chance para llegar a Tokio, cuando el Covid-19 hizo su aparición.

Y, como le sucedió al mundo entero, el virus le trastocó la vida. El santafesino debió reinventarse -y achicarse- para sobrevivir, luego de suspenderse las competencias y tener que cerrar las tres sucursales de su escuela de gimnasia.

Pero fiel a su carácter, el especialista en anillas no frenó con su vida e ideas, se mudó a una casa con un alquiler más barato, se puso a vender el equipamiento deportivo de un sponsor y presentó un proyecto a un municipio para organizar unas olimpiadas virtuales.

Todo esto le permitió capear el temporal económico que desató la pandemia pero, además, le quedó tiempo y energía para seguir de cerca el proyecto social que eligió en el programa Huella Saint Gobain, la mejora de infraestructura del merendero Sueños de Dios, en el barrio Bancalari, en Tigre.

“Quiero retirarme con algún buen torneo, logrando algo importantes y así cerrar el círculo”, admite.

Fuente: Telam

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