Gustavo Liggerini y su presente

Aun en Santiago del Estero por la cuarentena, el ex-entrenador de Ferro de nuestra ciudad,  mantuvo un interesante entrevista con periodistas del diario El Eco de Tandil que compartimos en «Emblema». Foto: Liggerini, 1° de la derecha, junto a su equipo de trabajo en Ferro. Diciembre de 2018.

A Gustavo Liggerini, ni la salida un tanto inesperada de Central Córdoba, como parte del cuerpo técnico de Gustavo Coleoni, ni estar cumpliendo la cuarentena en Santiago del Estero, tras no poder viajar a tiempo a Tandil, parecen afectarle el estado de ánimo. En el balance de los últimos meses de su vida pesa mucho más lo que él denomina “el sueño cumplido” de haber trabajado en Primera división.

El tandilense, con una amplia trayectoria en clubes de las diferentes categorías del ascenso nacional, volvió a encontrarse con Coleoni, esta vez en Central Córdoba, en diciembre de 2018, y a partir de allí comenzó un ciclo exitoso que desembocó con el histórico ascenso a primera del equipo santiagueño, en junio pasado.

Ese logro le abrió las puertas de la Superliga, y a una campaña que, pese al abrupto final, tuvo momentos muy especiales para el cuerpo técnico, como disputar la final de la Copa Argentina frente a River.

El “Profe” repasó en una comunicación con El Eco de Tandil lo que fue este intenso año y medio en Santiago del Estero.

“Después de perder con Newell’s, Gustavo (Coleoni) consensuó con los dirigentes para rescindir el contrato y tuvimos que esperar unos días al representante del “Sapo” para por cerrar todo lo del contrato. Mi idea era viajar a Tandil, pero me agarró la cuarentena obligatoria y no pude salir de Santiago. Así que ahora solo me queda esperar que pase todo esto para poder ver a la familia.

Con paciencia y quedándome en casa, como corresponde”, explica Liggerini.

– ¿Cómo vas a encarar las próximas semanas?

– La idea es volver a Tandil y esperar un poco a ver que pasa con el fútbol. Ver si sale alguna propuesta para trabajar en algún equipo al lado de Gustavo. Me gustaría descansar y tomar envión para el desafío que venga. Formar parte de un cuerpo técnico de Primera es un sueño que se hizo realidad y me gustaría que no se termine. Ojalá aparezca rápido una buena propuesta para seguir trabajando en esto que es tan lindo.

– Ya hiciste un balance de lo que pasó después de lograr el ascenso con Central Córdoba?

– Tuvimos no más de 25 días para armar el equipo. Todo fue muy rápido. Los primeros cinco o seis meses el equipo respondió, se adaptó bien en la categoría, sobre todo con jugadores que, salvo dos o tres excepciones, como Gervasio Núñez, Meli o Diego Rodríguez, no habían jugado a este nivel. Lo primero que buscamos fue que el equipo tenga una estructura, que sea duro defensivamente, y después tratar de agredir con ataques directos. Los chicos se acomodaron bien, con la ilusión de jugar por primera vez en Primera, y tuvimos un buen comienzo del campeonato.

– ¿Qué les faltó para consolidarse?

– Creo que nos faltó tener cuatro o cinco puntos más al final del año pasado, sobre todo por algunos de los últimos partidos donde  no pudimos ganar a pesar de ser superiores al rival o nos empataron después de ir en ventaja. Pero sabíamos que la segunda parte del torneo iba a ser más complicada, porque los rivales ya nos conocían más, nos iban a jugar de otra manera. Y el desafío era sumarle a la solidez del equipo un poco más de juego, más posesión de pelota, porque, sobre todo en nuestra cancha, los rivales nos esperaban, nos costaba entrar y marcar la diferencia para ganar esos puntos importantes de local. Para eso se necesita mucho trabajo, mucha movilidad, y jugadores que en el uno contra uno puedan desequilibrar. Apostamos a eso, pero nos costó.

-¿Cuál fue el principal déficit del equipo?

De mitad de cancha para arriba bajó el rendimiento. Nos costó mucho llegar y en las pocas ocasiones que teníamos no podíamos definir. Creo que el peor partido que hicimos fue con Independiente, que fue un cachetazo porque el equipo no tuvo respuestas. Después vino Newell’s, hicimos un gran partido, tratamos de jugar, tuvimos situaciones para convertir, pero ellos en dos o tres jugadas nos definieron el partido. Son cosas que pasan, pero bueno a veces te obligan a dar un paso al costado. Los dirigentes estaban un poco asustados porque con esa derrota entrábamos en zona de descenso. Gustavo ya les había anticipado que íbamos a entrar y a salir de esa zona roja, por la forma de dividir puntos que teníamos, pero finalmente todo terminó con el alejamiento.

– Y todo se fue complicando en los primeros meses de este año.

– Pudimos hacer una buena pretemporada y logramos un mayor conocimiento del plantel después de seis meses juntos, pero todo se hizo cuesta arriba y en eso también tuvo que ver que no acertamos con los refuerzos que trajimos para darle un salto de calidad al equipo. En eso también tiene que ver el presupuesto del equipo, que es bajo con respecto a la mayoría de los equipos de Primera. Por ejemplo, lo que gana Tevez sumado a algún otro jugador de Boca, es el presupuesto total de Central Córdoba. Teníamos claro cuáles eran nuestros rivales, que eran los que estaban de mitad de tabla para abajo. Creo que en ese aspecto estuvimos a la altura, fuimos muy competitivos, dimos siempre pelea.

– ¿Qué cosas te llamaron la atención de la Superliga?

– Esta primera experiencia en la categoría nos sirvió para crecer, para aprender. El juego es muy dinámico por la velocidad de ejecución del jugador, todo se hace mucho más rápido, hay mucha movilidad. Y después hay determinados jugadores que te resuelven un partido, no por el trabajo del equipo, sino por la capacidad individual. Hay equipos que pueden tener esos jugadores, y otros que lo compensan con trabajo de muchos años, con un funcionamiento que se plasma en la cancha. Nos sorprendieron algunas cosas como la recepción de la pelota, los pases precisos y firmes, y la velocidad con la que juegan y toman decisiones tanto en ataque como en defensa.

– Les tocó jugar una definición con el mejor equipo argentino.

Llegar a la final de la Copa Argentina fue como un premio para el plantel. Nos encontramos con el mejor River en muchos años, por el nivel competitivo, por la jerarquía de los jugadores. Tratamos de hacer un partido parejo, pero no alcanzó. Cuando encontrás un rival con ese trabajo y con las individualidades de River, se hace muy difícil hacer pie. Me sorprendieron mucho los dos delanteros, Borré y Suárez, que creció mucho en los últimos tiempos. Y después “Nacho” Fernández y De la Cruz, que son los que generan juego, y los laterales, sobre todo Casco, que es muy inteligente para ocupar espacios y ser uno más en ataque. River es un equipo completo, dinámico, donde todos saben lo que tienen que hacer en cada momento del partido. Vienen en racha ganadora, con confianza y así todo se le hace más simple.

-¿Cómo fue la vida en Santiago?

– Yo había venido dos veces con Santamarina, pero me sorprendió porque la gente es super sociable, muy agradable. Superé el calor, porque es un clima seco que no se sufre tanto, salvo en el horario del mediodía a las cinco de la tarde, que es cuando el sol pega más fuerte. Ahí hay que guardarse porque las temperaturas son muy altas, pero después disfrutás de la vida. Entrenábamos temprano, de 7 a 9 o después de las 19. Eran horarios en los que se podía trabajar mejor, se podían hacer bien las cargas y el jugador podía rendir al máximo en el entrenamiento. En lo profesional fue muy lindo todo logramos con el equipo, que fue histórico para la provincia. Disfrutamos no solo el ascenso, sino el día a día en Primera, cada entrenamiento, cada viaje, cada partido, el apoyo de la gente. Fue un gran año, de disfrutar, de aprender, de crecer, y espero que nos sirva esta experiencia para futuros desafíos. Hay que aggiornerse y prepararse rápido para lo que venga.

Fuente: El Eco de Tandil