Los futbolistas de Estudiantes y El Fortín enaltecieron el deporte

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Actitudes que debieran ser normales pero que merecen destacarse en épocas donde la violencia en gran medida le ha ganado al fútbol.

estudiantes

Cuando alguien encuentra algo que no le pertenece, por ejemplo en la vía pública y lo devuelve  no está haciendo nada mas que lo que le corresponde.

Pero como pareciera  que no es algo habitual, de rutina, su autor aparece como un héroe, como un verdadero ejemplo para la sociedad.

Y en realidad lo es en estos tiempos  y lo tratan como tal y no ha hecho nada mas que cumplir con su deber.

el fortin

Ud o vos que estás leyendo estas líneas te estarás preguntando porque este prólogo. Ocurre que en la noche del lunes en el Guerrero con todo lo que había en juego, con la carga enorme de presión con la que seguramente el futbolista salta a la cancha, con la mínima posibilidad de un error del que a veces es difícil volver, con tanta situaciones como las que puntualizamos  que puedan derivar en momentos ríspidos, hostiles, propensos a la violencia, y que sin embargo felizmente lejos estuvieron de propiciarse.

Estudiantes – El Fortín mas allá del resultado nos entregaron un partido correcto, de caballeros, sin golpes arteros a pesar de la entrega sin concesiones  a las que se  sometieron por ambos lados.

Hubo fricciones: por supuesto. Pero el fútbol es eso. “No es para señoritas” dijera un viejo cronista. Pero de frente, sin mala fe, y ante una pierna levantada o un encontronazo rápidamente el pedido de disculpas y la ayuda a levantarse para el rival.

Hubo momentos puntuales que como “veedores” del partido no podemos dejar pasar por alto. Tras una jugada casual y un jugador albinegro golpeado, éste involuntariamente sacó la pelota afuera. Lateral para la visita. Momento “chivo” del partido. Con gran sentido de pensamiento en el prójimo el saque de costado  fue direccionado  adrede para el equipo oponente.

Ni hablar en el final. El saludo fue espontáneo. Primero los abrazos, algunos besos, luego los festejos por parte de los ganadores. La salida de los jugadores a vestuarios sin reproches ni insultos desde ambas parcialidades.  Y como broche de oro los casi  cincuenta metros que recorrió Mauricio Roque Peralta para saludar a su colega Fabricio Torres.

Mas allá del resultado, del trámite del partido, actitudes como las que nos regaló el fútbol esa noche, nos demuestran que no todo está perdido. Y si es cierto, aunque debiera ser lo normal es bueno destacarlo en épocas en que la  violencia y aún  mas en el fútbol parece moneda corriente.

Texto: Carlos Zangara.

 

 

 

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